Me parece que, si bien es cierto que familias y centros educativos carecen de un acceso adecuado a estos bienes culturales, deberíamos cuestionarnos ¿Cuánto nos esforzamos por hacernos y apropiarnos de ellos?, ¿cuán a menudo nos ocupamos y preocupamos por lo que nuestros niños escuchan incluso en los recreos y en las fiestas de finalización de curso?, ¿ cuántos de nosotros estamos dispuestos a incursionar en la enseñanza de nuevos estilos y en el debate intencional de lo que escuchan los alumnos o nuestros hijos? Creo que estamos muy distanciados de ser portadores de concientización y de brindar oportunidades de conocer, reconocer y disfrutar de otras propuestas